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miércoles, 2 de mayo de 2007
La corte
5/02/2007 | Publicado por
Ginger
Cruzó el patio y pensó que la noche no habría podido ser más propicia, no había luz en ninguna parte. La oscura bóveda era como un techo firme y duro que no consentía fulgor alguno.
No derramó indicios delatores, ni encontró a nadie en su camino. Llegó veloz y esperó oculta.
Después le vio. Él se acercó resuelto y se sentó a su lado, y de no haber sido porque periódicas miradas suyas escalaban furtivamente las murallas ella habría pensado que él no estaba inquieto.
Hablaron apenas unos minutos. Hablaron sobre el siguiente paso a dar, sobre las últimas noticias de Austria.
Y después de esto no dijeron nada más.
Y como la noche era tan oscura, ni siquiera pudieron verse las caras.
¡Qué inconveniente resultó la oscuridad de la última noche!
No derramó indicios delatores, ni encontró a nadie en su camino. Llegó veloz y esperó oculta.
Después le vio. Él se acercó resuelto y se sentó a su lado, y de no haber sido porque periódicas miradas suyas escalaban furtivamente las murallas ella habría pensado que él no estaba inquieto.
Hablaron apenas unos minutos. Hablaron sobre el siguiente paso a dar, sobre las últimas noticias de Austria.
Y después de esto no dijeron nada más.
Y como la noche era tan oscura, ni siquiera pudieron verse las caras.
¡Qué inconveniente resultó la oscuridad de la última noche!
Etiquetas:
Pequeña ficción
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