sábado, 27 de octubre de 2007

postheadericon Si la dicha es buena.

Perder la conexión de Internet es como presenciar tu propio ciberfuneral. Veo un registro decreciente de visitas al blog, algunos mails de desamparo y desconcierto.
Ideas para entradas olvidadas antes siquiera de haber tenido la oportunidad de ser tecleadas.
Mi entrada número 100..., mi entrada número 100 no ha sido mía.
Sabina... .
No tengo palabras.

Las buenas noticias son tres:

  1. Ya estoy instalada en Murcia Capitol City. Y poco a poco, ese pequeño habitáculo vacío va tomando forma y se convierte en un pequeño habitáculo lleno de trastos inútiles pero monísimos.
  2. Ya tengo la Wii en casa. Y ya nunca, nunca, dejaré que nada nos vuelva a separar.
  3. Y tengo conexión a Internet que un tío sucio, maleducado, guarro, misógino y déspota me instaló (evidentemente la parte buena de esta noticia es que tengo conexión y que el tipo se marchó de mi casa).

Llega el fin de semana y corro a casa con mami. Y mi mami, que también se alegra de verme, aprovecha mi vuelta para agasajarme:

- Ya está aquí mi hijita, ya verás, mañana te voy a preparar unas sardinas a la brasa para chuparse los dedos...
- (Frunciendo el ceño) ¿sardinas?
- Sí, fuí a la pescadería y las ví tan hermosas...
- Sí, yaaaa.... jajaja (evidentemente bromea)
- (Emocionada) ¡Sí, sí, unas sardinas que verás qué ricas...!
- (No si será capaz...) ¿sardinas?
- ¡Claro!
- Pero si a mí no me gustan las sardinas...
- ¿Cómo que no? Si siempre te las comes
- (Siempre te comes TÚ mis sardinas) Que no, que a mí no me gustan.
- ¿Seguro?
- Mmmmm... (Ya hasta te hace dudar) No.
- Vaya, yo que te las habia comprado especiales porque venías y te gustaban tanto... .

Y así es como mi mami descubrió a los 22 años de haberme parido que no me gustan las sardinas.
jueves, 25 de octubre de 2007

postheadericon Celebrities: hooooy... ¡Ángel!


Pues sí, chicos. Hace unos pocos meses me dijo Ginger:

¿Por qué no comparto mi blog eventualmente?

Creo recordar que utilizó palabras totalmente distintas, y probablemente ni siquiera quiso referirse a eso, pero en cualquier caso a partir de ahora habrá, cuando ella lo tenga a bien, colaboraciones esporádicas para sus queridos lectores, sin los cuales ella no sería más que una sombría y radiante jugadora compulsiva de Wii.

A lo que vamos. Mi entrada. Yo inauguro porque ella lo vale.

Como sabéis, me llamo Ángel,

¡Hola Ángel!

Gracias, chicos. Y, como decía, mi blog se llama Está la cosa muy mala. Bueno, mi blog principal, porque colaboro por ahí con los chicos de melasudas, un blog lleno de tontunas en el que ejerzo el papel de fotógrafo urbano. Un papel agradable, inofensivo, blanco... higiénico, podríamos decir. Y también en Duerme, don Quijote, regentado por un joven y prometedor poeta que comenta por aquí de vez en cuando y cuya progresión hacia la excelencia es aritmética tirando a geométrica.

Como no quiero aburriros hablándoos de mí, voy a hagiografiar a Ginger. Estos días, entre epígrafe y epígrafe de mi tesis, he estado merodeando por algunos blogs, con diversos resultados. La blogosfera está llena de casi todo, ya sabéis: nietos de toreros disfrazados de ciclistas, ediles socialistas, putones verbeneros, peluqueros de esos que se llaman estilistas*, etc. Bendita libertad de expresión, o eso dicen.

Por eso mismo me gustaría pedir tres hurras para Ginger, nuestra anfitriona. Porque ha sabido crear un estilo que es gracioso, pero no cargante; pulcro y cuidado, pero no ampuloso; y sobre todo, porque al leer su blog se le queda a uno la sonrisa en los labios (dónde, si no) y las ganas de conocer a su autora. Nunca un viva la vita estuvo más justificado.

Decían los romanos que nemo dat quod non habet, lo que al cambio significaría algo así que como que "nadie da lo que no tiene", lo que en sentido inverso podría significar que no tenemos más remedio que dar de lo que tenemos. Ginger no hace más que eso. Da lo que tiene y se muestra como es. De hecho, sería totalmente transparente si no conservara ese indispensable puntito de translucidez cuya carencia debería estar multada. Y además, tiene el suficiente coraje como para parodiarse ella misma, sabiendo que la parodia, al fin y al cabo, nace de la admiración.

Termino con una cita:

"Mañana a las ocho y media en la puerta del Corte Inglés".

* La inclusión de parte de la letra de una canción de Sabina en el blog de Ginger me va a costar carísimo. Ya veréis, ya...
lunes, 15 de octubre de 2007

postheadericon Entrada número 100, punto de inflexión

Por orden de la srta. Ginger, se hace saber que:

En cuanto tenga de nuevo conexión a internet, volverá a sorprendernos con su presencia en la blogosfera. Nos contará con todo lujo de detalles qué es de su nueva vida laboral, de su nueva vivienda habitual y de otras tantas curiosidades que adornan su vida y, de rebote, las de sus lectores habituales.

Fdo. El Pregonero.
domingo, 7 de octubre de 2007

postheadericon La era de la comunicación

... espero que me digas algo. Algo bonito que recuerde esta noche cuando me vaya a la cama. Algo que me haga pensar en ti.

y si escribo una entrada absurda en el blog?

No pasa nada. Mañana será otro día.
lunes, 1 de octubre de 2007

postheadericon Bufanda, la gran desconocida.

Ayer estuvo lloviendo toda la noche sin parar. Me gusta la lluvia. Me gusta cómo huele y cómo suena y me gusta que haga frío cuando voy con mi bufanda. Una de las mejores cosas del invierno son las bufandas. Los guantes están bien, pero las bufandas… Las bufandas son mucho mejor. A todo el mundo le gustan las bufandas ¿o no?

Hombre, siempre habrá algún desalmado capaz de decir que no le gustan las bufandas. Hay gente para todo, de verdad. Una vez conocí a un niño que dijo que no le gustaba NADA el Gallo Claudio, incluso hay gente que afirma odiar a Pepe L’amour, pero nunca he oído decir a nadie que no le gusta el gato Silvestre. A esa clase de desalmado me refiero. El tipo de persona que diría que no le gusta Silvestre ni las bufandas.
Por supuesto el tipo en concreto era una de esos que con los años derivan en inadaptados, que se mueven por circuitos “alternativos”. O sea, por los suburbios.

Pues sí, me gustan las bufandas en invierno y las palomitas de maíz en el cine, como a la mayoría de la gente. De hecho, estoy deseando ir a ver alguna película idiota sólo para poder tomar palomitas en el cine. Porque seamos francos, en casa no es lo mismo.
Lo ideal es que al lado de tu butaca haya una libre donde puedas dejar tu chaqueta y tu bufanda.

Mi bufanda favorita es muy muy suave, pero no demasiado suave. No es de esas que te acaban por dar calor ni nada de eso. No sé si me explico, el caso es que es una bufanda genial. En serio. Si alguna vez habéis tenido la suerte de dar con vuestra media bufanda sabéis exactamente a lo que me refiero.

Sólo hay algo mejor que enroscar una bufanda alrededor de tu cuello en invierno, desenroscarla cuando llegas a casa. Es una gozada, en serio.