Datos personales
Villa Parole B.S.O
RECOMENDADOS
ENTRADAS
ARCHIVO
miércoles, 22 de agosto de 2007
Muerte por inanición (III)
8/22/2007 | Publicado por
Ginger
No es nada nuevo a estas alturas, soy lo que soy, la evidencia es delatora: gafe, cabezota y supersticiosa. La combinación ganadora en la feria de los horrores.
Y pese a todo, la esperanza es lo último que se pierde, dicen. En mi caso, por supersticiosa me acojo al refranero, y por cabezota, lo aplico hasta el ridículo. Bien está lo que bien termina, y yo me aferré con fuerza al propósito de enmienda helada.
Absolutamente nada podía ir mal esta vez. Encomendada en cuerpo y alma a la carta de postres, ésta se abrió ante mí mostrándome todo un mundo de hipercalóricas posibilidades.
-Este es buufff! bon, bon, bon! -le decía el camarero a mi prima con un divertido acento francés- es una copa heladá con tggges bolas vainil y esta es... ¿cómo es que se llama, chantillí? y con un chocolate par aggiba... bon, bon, bon!
Mi prima: No, no quiero nada de postre. No tengo hambre.
Camarero: No pegggo tú toma esto que es muy bueno. Lo que pasá es que después de esto helado tú te hasés muy grand -levantando los codos hacia los lados-
Mi prima: No, no quiero nada, de verdad.
Y yo: bueno, yo sí quiero, me vas a poner una.
Y me mira de reojo y dice: No pegggo tú no.
Y yo pongo cara de póker...
-Tú mejogg que te tomas un café ¿no?
Yo (ultrajada): ¿CÓMOOOO..?
Y él, con su estúpido acento gangoso: Hombgge es que tu es bien así, más gogda no.
De nuevo la realidad, supera a la ficción. Por cabezota, tomé el helado tal y como había planeado. Y por gafe, no resultó ni de lejos la mitad de agradable de lo que esperaba.
El camarero indeseable es el de la primera foto de la segunda fila.
Y pese a todo, la esperanza es lo último que se pierde, dicen. En mi caso, por supersticiosa me acojo al refranero, y por cabezota, lo aplico hasta el ridículo. Bien está lo que bien termina, y yo me aferré con fuerza al propósito de enmienda helada.
CATÁSTROFE SEGUNDA: LA GLACE DÉFINITIVE
Absolutamente nada podía ir mal esta vez. Encomendada en cuerpo y alma a la carta de postres, ésta se abrió ante mí mostrándome todo un mundo de hipercalóricas posibilidades.
-Este es buufff! bon, bon, bon! -le decía el camarero a mi prima con un divertido acento francés- es una copa heladá con tggges bolas vainil y esta es... ¿cómo es que se llama, chantillí? y con un chocolate par aggiba... bon, bon, bon!
Mi prima: No, no quiero nada de postre. No tengo hambre.
Camarero: No pegggo tú toma esto que es muy bueno. Lo que pasá es que después de esto helado tú te hasés muy grand -levantando los codos hacia los lados-
Mi prima: No, no quiero nada, de verdad.
Y yo: bueno, yo sí quiero, me vas a poner una.
Y me mira de reojo y dice: No pegggo tú no.
Y yo pongo cara de póker...
-Tú mejogg que te tomas un café ¿no?
Yo (ultrajada): ¿CÓMOOOO..?
Y él, con su estúpido acento gangoso: Hombgge es que tu es bien así, más gogda no.
De nuevo la realidad, supera a la ficción. Por cabezota, tomé el helado tal y como había planeado. Y por gafe, no resultó ni de lejos la mitad de agradable de lo que esperaba.
El camarero indeseable es el de la primera foto de la segunda fila.
Etiquetas:
Muerte por Inanición,
Yo y mis circunstancias
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Hubiera dado mi páncreas por ver y escuchar con mis propios ojos y oídos ese mayúsculo "cómo".
Y probablemente habría sido un buen trato
Por lo que he leído, lo de la comida cuando sales al extranjero suele suponer un problema. Y no de los pequeños, precisamente.
El camarero, un borde. Espero que te aprovechara el helado.