jueves, 13 de septiembre de 2007

postheadericon No estamos solos, ¿o sí?

Nunca es tarde para retomar tu blog si la dicha es buena. Aún no sé qué tan dichosa he de sentirme, porque aún no tengo la nota del examen que hice el lunes (me he tomado unos días por el estrés postraumático), pero no estaba dispuesta a permitir que el blog pasara a engrosar mi lista de abandonos (que en la actualidad se compone en exclusiva de actividades deportivas).

Lo que ocurrió durante el examen no es muy interesante la verdad, es una de esas experiencias cruciales y traumáticas en la vida de una persona:
Crucial en cuanto que esperas que el último examen de la carrera sea algo así como una de esas grandes batallas épicas en las que si ganas te haces más fuerte, y si pierdes te haces más fuerte.
Traumático por la frustración de cualquier ápice de crucialidad (¡¿¡qué narices esperan que les cuente a mis nietos!?!)

Lo realmente interesante (y lo que hace que me replantee hasta qué punto merezco acabar una carrera universitaria) es lo que ocurrió la noche de antes del examen:

A las 22.00 aún no tenía sueño. Era demasiado temprano.
Las 23.00 hubiese sido una buena hora para ir a dormir... si hubiese tenido sueño.
A las 00.00 me despedí de mis padres y ELLOS se fueron a dormir.
A la 1.00 no tenía sueño. Pero tampoco era plan de esperar sentada, yo soy una chica de acción, así que me puse el pijama y cogí un libro de Arturo Pérez-Reverte. A la 1.02 apagué la luz.
Finalmente tenía sueño, lo que se llama un sueño ligero o "sueño por compromiso", pero menos da una piedra.
Y entonces ocurrió. La historia se repetía 66 años después. Sentí su zumbido muy cerca y me tapé por completo con la sábana. Pero no podía permanecer escondida toda la noche, algo tenía que hacer. Encendí la luz. No lo veía, pero yo sabía que estaba cerca, al acecho...
Fuí a la cocina y comprobé nuestro arsenal. Sólo había un insecticida para "insectos voladores como moscas mosquitos o cucarachas...".
Volví a mi cuarto. Cualquier alto mando nazi habría quedado fascinado con mi habilidad con el gas y mi afán de exterminio. ¿Qué queréis? estaba desesperada.
Me acosté y pronto mi "sueño por compromiso" se transformó en una "somnolencia comprometedora". Me estaba mareando y tuve que airear la habitación.
Finalmente a las 2.00 pude dormir. Y a las 5.00 sonó el despertador.

Por la tarde, después del exámen, mi merecida Siesta Triunfal. Me dejé caer sobre la cama y escuché de nuevo ese sonido. Qué turbación descubrir que la asfixia con el insecticida no había sido un daño colateral, sino el fin en sí mismo. El sonido provenía de mi propia nariz.

5 comentarios:

Ángel dijo...

Parece que la temática de tu blog se empieza a parecer sospechosísimamente a la del mío.

- Ejemplo 1.
- Ejemplo 2.

¿Falta de ideas o rendida admiración?

Ginger dijo...

Supongo que será porque con el paso de los años me estoy volviendo más torpe. Y me parezco cada vez más a Ud.

Ya sabe, cosas de la edad.

(Puede que un día decida dejar de negar la evidencia y lo admita. Pero no será hoy ese día).

Jajaja. El ejemplo 1 no lo había leído, pero es muy bueno.

Nils dijo...

Qué historia tan buena! jajaja la verdad es que me siento identificado porque como vea/sienta/intuya/oiga el zumbido de un mosquito o palomita de esas, cojo el insecticida tamaño XXL que tengo en el cuarto y echo medio bote en un plis plas, me embadurno en Aután y a dormir! jejje

Pako dijo...

xD mientras lo iba leyendo pensaba... esto lo he leido yo ya! evidentemente me confundi con ejemplo 1 y ejemplo 2.

En serio! Lo pensé!

Zifnab dijo...

Si te consuela, no estas sola

No es que quiera venderte mi blog, es solo para consolarte

http://unarbol.blogspot.com/2006_07_16_archive.html

Se feliz