sábado, 10 de mayo de 2008

postheadericon Cacahuetes


Le gustaba comer cacahuetes. Le gustaba pelarlos.


Sentir la cáscara ceder bajo la presión de sus dedos, el sonido del crujido sordo, encontrar el cacahuete dentro viendo la luz por primera vez. El cacahuete que la había estado esperando aún vestido, dentro de su cápsula. Quitar después la delgada película de piel, bastaba apenas con una caricia de sus puntiagudos dedos. El suave tacto del cacahuete.


Y el sabor estaba también bien. No es por desmerecer el sabor del cacahuete claro, pero los cacahuetes pelados no son lo mismo, ya saben. A ella lo que le gustaba de verdad era el ritual previo a la degustación, a la devoración. Le gustaba pensar que los cacahuetes estaban haciendo cosas justo antes de que ella entrara en sus casas rompiéndolo todo. Este cacahuete estaba escribiendo una carta, este cacahuete estaba pensando en el seguro de su coche, este cacahuete está buscando a su hermano desaparecido, este cacahuete está seduciendo al cacahuete que vive al lado, ¡si hasta encontraba cacahuetes desnudos!


Lo de menos era comerlos. Comer un cacahuete era para ella un mero trámite, algo que tenía que hacer antes de pelar otro cacahuete. Y el sabor estaba bien. Pelaba cacahuetes compulsivamente. Su postre de todos los días, su merienda, su aperitivo, su picoteo entre horas.


Lo que a ella le gustaba era pelar cacahuetes. Le gustaba de verdad. Aunque yo nunca la vi pelar cacahuetes para los demás.


Le gustaba la sensación de irrumpir de golpe en la vida del cacahuete. El cacahuete que nunca había visto el mundo, ni la luz, ni había escuchado un sonido, el cacahuete blanco y suave que vivía en su pequeña cápsula de cartón.


Si hubiera cabido, se habría metido ella misma con su amigo cacahuete.

4 comentarios:

Goliadkin dijo...

Gente hay que siempre gusta más de los preliminares, vamos, que hasta prescinden de la necesaria degustación del cacahuete.

A mí me pasa con las nueces. Solo con las nueces. Me gusta partirlas con la boca, con los dientes. Y eso que mí me han cascado como a una nuez y luego me han dejado por ahí hecho trizas, sin molestarse en separar con blancos y suaves deditos el fruto de la cáscara y comerme... ¡Con la de vitaminas que tengo!

Ángel dijo...

A mí lo que me gusta de verdad es pegarle patadas a las latas cuando ando por las calles de Boston pensando en el Polo, que para colmo parece perder un poquito de aceite.

Sin Hora De Cierre dijo...

Creo que tienes un compromiso.

Después de tu ausencia... el público quiere volverte a ver.

Estará más duro...

Cuallis dijo...

Ummmm, alcagüeses, ¡que ricos! sobre todo los que llevan una película de sal bañando la cáscara.